Vivir con fibromialgia no solo ha sido un desafío físico, sino también emocional. Durante mucho tiempo, enfoqué mi energía en encontrar el tratamiento perfecto, creyendo que si sanaba mi cuerpo, todo lo demás mejoraría. Pero con el tiempo, comprendí que una parte fundamental de mi sanación venía de adentro, de lo que no se ve. Sanar las heridas del alma, aligera la carga del cuerpo.