Vivir con dolor crónico no es solo una experiencia física, sino también emocional, mental y social. Las personas que conviven con condiciones como la fibromialgia, la artritis reumatoide, el síndrome de fatiga crónica o dolores persistentes postquirúrgicos, a menudo enfrentan no solo malestar físico constante, sino también ansiedad, depresión, aislamiento y una pérdida de sentido en sus vidas. Por esta razón, abordar el dolor crónico requiere mucho más que medicamentos.